Uno de los aprendizajes clave sobre este tema ha sido comprender que la presencia del docente en entornos virtuales no se limita a estar conectado, sino a crear una experiencia activa, cercana y coherente para los estudiantes. Proyectar presencia en línea implica utilizar la voz, el lenguaje escrito, el diseño del curso y las interacciones como herramientas para transmitir claridad, cercanía y liderazgo académico.
En mi práctica docente, pienso aplicar esto a través de una participación más intencional en los foros, retroalimentación personalizada en las tareas, y el uso de videomensajes o sesiones sincrónicas que refuercen mi conexión con el grupo. También me parece fundamental mantener un tono accesible y profesional en todos los canales de comunicación para que los estudiantes sientan que hay una figura presente que guía y acompaña su aprendizaje.
Me queda la duda de qué estrategias han funcionado mejor para otros colegas al momento de construir esa “presencia docente” en cursos completamente asincrónicos.